jueves, 29 de diciembre de 2011

El terremoto en Japón: el mundo estuvo alerta ante una posible catástrofe nuclear

Los desastres naturales golpearon al mundo en 2011: terremotos, tsunamis, huracanes y erupciones generaron graves destrozos. Pero el sismo y el tsunami que asolaron a Japón y que puso en vilo al mundo fue elegida como la noticia más destacada del año en el plano internacional por los lectores de La Nación.

En un año dominado por la crisis económica global y las protestas políticas y sociales en todo el mundo, el sismo que azotó a Japón acaparó las miradas desde todos los rincones del mundo durante varios meses. El desastre provocó la muerte de más de 20.000 personas y la evacuación de otras miles, que se vieron obligadas a escapar de la zona afectada.

Hace casi 10 meses, Fukushima estaba saliendo apenas de las nevadas invernales cuando ocurrió el desastre: un terremoto de 9 grados de magnitud en la escala de Richter, el más fuerte registrado en la historia de Japón, seguido por un tsunami.

La masa colosal de agua destruyó gran parte de la costa noreste ese 11 de marzo y corrió al país cuatro metros más cerca de Estados Unidos. Pero mientras eso sucedía, en la región noreste de Fukushima, se estaba gestando un desastre distinto: tres reactores de la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi se estaban derritiendo, dañados irreparablemente por el megatemblor, causando un pánico generalizado en la salud de millones de personas.

La central Fukushima I, al borde del océano Pacífico, unos 250 km al norte de Tokio y de sus 35 millones de habitantes, no resistió una ola gigante de 14 metros. El sistema de alimentación eléctrica de los seis reactores quedó inservible, lo que detuvo las bombas de enfriamiento del combustible nuclear. Cuatro reactores empezaron a calentarse de forma peligrosa, provocando explosiones y humo radiactivo.

Eso llevó a una creciente confusión y estado de caos, que provocaron un mes después de la tragedia el cambio del nivel de alerta, de 5 a 7, el más alto de la escala internacional, significó una ratificación de lo que ya se pensaba: que el accidente nuclear en Fukushima era el segundo más grave de la historia, sólo detrás del desastre de Chernobyl, en 1986.
Balance tras la catástrofe

El informe final del panel de investigadores indicó que la situación también empeoró debido a las demoras en la transmisión de información al público, el desconocimiento de los procedimientos para enfrentar situaciones de emergencia y la mala comunicación entre los trabajadores y el gobierno, entre los propios empleados y entre los distintos órganos oficiales.

En ese contexto, ahora el país enfrenta su peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, como lo es la reconstrucción del país. El gobierno estima que los daños materiales podrían ascender a 300.000 millones de dólares, lo que convertiría al terremoto y el tsunami del 11 de marzo en el desastre natural más costoso del mundo.

La necesidad de volver a poner de pie a pueblos enteros; reparar viviendas, puertos, autopistas y plantas de energía, y crear planes para infraestructura a prueba de nuevos desastres demandará un esfuerzo de por lo menos cinco años, según especialistas.

Japón hizo pública su hoja de ruta de la central nuclear de Fukushima-Daiichi, que podría tomar hasta 40 años para ser desmantelada.

Según el plan presentado por el gobierno, la retirada del combustible nuclear de las piletas de enfriamiento comenzará en uno o dos años, y se extenderá durante varios más. El combustible fundido de los reactores demorará hasta 20 años en ser extraído. Según el gobierno, para que el trabajo pueda salir adelante con éxito será clave contar con tecnología que todavía no ha sido inventada.

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